- Categoría
- Opinión
Conocí a los niños ucranianos que Rusia intentó robar y borrar del mapa. Ahora quiero ser la voz de los miles que aún permanecen allí

La estrella ucraniana del tenis, Elina Svitolina, comparte cómo la guerra—y el secuestro masivo de niños ucranianos por parte de Rusia—transformó su propósito más allá de las canchas. En este conmovedor relato personal, reflexiona sobre la maternidad, la defensa de los derechos y la lucha por traer a todos los niños a casa.
En 2022, mi vida cambió para siempre, no solo porque me convertí en madre, sino porque mi país se vio sumido en una brutal guerra a gran escala. Como millones de ucranianos, presencié con horror cómo ciudades eran destruidas, familias separadas y vidas destrozadas. Pero lo que más me conmovió, lo que aún me quita el sueño, fue el secuestro sistemático de niños ucranianos por parte de Rusia.
Al año siguiente, me convertí en embajadora de Bring Kids Back UA, una iniciativa presidencial dedicada a repatriar a todos los niños ucranianos que han sido deportados ilegalmente o trasladados a la fuerza. Es una misión para proteger nuestro futuro. Más de 19.000 niños han sido llevados a Rusia o a territorios ocupados. Muchos están siendo adoptados por familias rusas, enviados a campos de exterminio o internados en instituciones cerradas. Sus nombres han sido cambiados. Sus recuerdos borrados. Sus voces silenciadas. Como madre y como ucraniana, me sentí obligada a convertirme en su voz.
Conociendo a los niños que regresaron a casa
En septiembre de 2024, tuve el honor de hablar en la Cuarta Cumbre de Primeras Damas y Caballeros en Kyiv. Al día siguiente, conocí a varios niños que habían sobrevivido a la deportación: Valeriia, Mark, Jasmin, Lev, Alina y Olha. Su valentía me transformó.

Pero entre las muchas historias que he escuchado, una que me ha marcado es la de Kira, que tenía apenas diez días cuando murió su madre y apenas diez años cuando su padre fue asesinado por los rusos en Mariupol. Caminaba por calles llenas de cadáveres, se escondía de los soldados y casi la llevan a un orfanato en Rusia. Esta historia me dejó clara mi misión. Contra todo pronóstico, contactó con su abuelo y regresó a casa. O la de Artem, un valiente joven de 16 años que se negó a estudiar según el currículo ruso en la Kupiansk ocupada. Por eso, fue secuestrado y recluido en un internado dirigido por rusos, obligado a cantar su himno y a vestir uniformes militares. Sus padres nunca dejaron de buscarlo y, finalmente, lo trajeron de vuelta. Cada uno de estos niños me recordó: detrás de cada número hay un nombre. Un rostro. Una historia. Un futuro.

De las canchas a las conferencias: usando mi voz
Desde entonces, me he comprometido con Bring Kids Back UA. En octubre de 2024, participé en una conferencia ministerial en Montreal para hablar sobre los más de 40 niños secuestrados de un orfanato de Jersón y trasladados ilegalmente a Crimea. Eran bebés. Una de ellas, Margarita, tenía solo 10 meses. Le cambiaron el nombre, fue adoptada ilegalmente por un político ruso y su identidad fue borrada. Su hermano, Maksym, sigue desaparecido.

Esto no es solo una violación del derecho internacional, sino una emergencia moral. Gracias a los socios globales, esa conferencia dio lugar a una coalición de naciones mediadoras. Qatar, el Vaticano y Sudáfrica trabajan ahora para negociar el retorno de los niños. Lituania y los Emiratos Árabes Unidos ayudan a garantizar un tránsito seguro. Los países socios y las organizaciones OSINT de todo el mundo están ayudando a localizar a los niños desaparecidos, ya que Rusia no proporciona información y se niega a cooperar en su retorno.
Estamos avanzando. Pero la misión está lejos de terminar.
Más que medallas: por qué esta lucha importa
Cada vez que entro en la cancha, llevo algo más que una raqueta: llevo sus historias. Cuando escribí "El Espíritu de Ucrania" en la lente de una cámara tras ganar el Abierto de Australia, no era solo un mensaje para los aficionados. Era una promesa para todos los niños que aún esperan volver a casa. Por eso me uní a la campaña #LosNiñosNoSonNegociables junto con más de 300 líderes y figuras públicas europeas. Fue un poderoso recordatorio: no podemos mirar hacia otro lado. Estos niños no son números. Son hijos e hijas. Hermanos y hermanas. Soñadores. Luchadores. Supervivientes. Y nos necesitan. No hace falta ser ucraniano para que les importe. Solo hace falta ser humano.

Únete a nosotros. Comparte sus historias. Ayúdanos a traerlos a casa.
Si eres deportista, lleva el mensaje. Si eres una figura pública, alza la voz. Si tienes público, úsalo. Porque en esta lucha, cada historia contada es un paso más hacia la justicia. Cada foco de atención dificulta que el mundo lo olvide.
Que quede claro: esto no es caridad. Es humanidad.
A principios de este año, la selección nacional femenina de tenis de Ucrania dedicó su partido de clasificación para la Copa Billie Jean King a la causa del retorno de los niños ucranianos deportados. Fue más que un partido: fue una declaración al mundo de que nuestras victorias no significan nada si nuestros hijos no son libres. Actos como este inspiran a otros y llaman la atención sobre la misión de Bring Kids Back UA.
A mis compañeros deportistas, artistas y figuras públicas: esta es también su lucha.
No a la paz sin justicia
No puede haber una paz justa sin que todos los niños secuestrados regresen a casa. ¿Por qué? Porque lo que Rusia está haciendo—cortar la identidad, difundir propaganda, criar niños para servir a una ideología extranjera—no es solo un crimen de guerra. Es una amenaza a largo plazo para la paz en Europa y más allá. Si ignoramos esto, no solo estaremos abandonando a los niños de Ucrania, sino que estaremos propiciando la violencia futura. Ucrania está dispuesta a colaborar con todas las naciones para desarrollar herramientas y mecanismos que permitan el regreso de nuestros niños, de conformidad con el derecho internacional. Pero hay algo que nunca debe ser negociable: nuestros niños deben regresar a casa.